Un año perdido para la educación
Termina prácticamente un año perdido para la educación en todo el mundo. Para algunos estudiantes de determinada región del planeta este tema es más grave que en otra, sobre todo aquellos que integran lo que se le ha llamado el grupo de las economías emergentes. Debido a las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia, se estima que los estudiantes que actualmente asisten a la escuela enfrentarán una reducción de 10 billones de dólares en sus ingresos de por vida. Tremendo, ¿cierto?
Antes de la pandemia, se estimaba que para 2030 más de la mitad de los niños y jóvenes del mundo no tendrían las habilidades o calificaciones necesarias para participar en la fuerza laboral global emergente; Ahora, por el COVID-19, el escenario es deprimente. Lo cierto es que obligados a repensar cómo funciona y funcionará la educación a raíz de la pandemia, los sistemas educativos tienen la oportunidad de reinventar el aprendizaje y equipar a los estudiantes con las habilidades cognitivas, creativas, sociales, emocionales y físicas necesarias para navegar en el futuro. Insisto, el enfoque dependerá de cada una de las regiones con sus potenciales económicos.
Dentro de un estudio publicado recientemente en el World Economic Forum, las industrias y operaciones globales se han visto conmocionadas por la escala y el ritmo del cambio en los últimos meses, y los sistemas educativos se encuentran entre los más afectados. Un número récord de niños y jóvenes se han visto afectados por el cierre de escuelas debido al coronavirus y es posible que muchos nunca regresen a la educación. Somos testigos, querido lector, de cómo los educadores y los padres se esfuerzan y adoptan nuevos entornos y herramientas de aprendizaje; y hemos visto el poder de los enfoques divertidos y atractivos para estimular el aprendizaje y el desarrollo de habilidades.
En el caso de las zonas más marginadas, no solo de México, claro está, uno de los grandes desafíos es hacer que la educación a distancia verdaderamente llegue a esos lugares con los instrumentos requeridos y evitar escenas como cuando cuatro niños rodean la mínima pantalla de un celular para escuchar y ver las clases de primaria.
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Ahora bien, no podemos dejar de lado otra pista de lo que generará esta crisis de aprendizaje, toda vez que empeorará las perspectivas laborales futuras. ¿Qué alternativa tendrá entonces? Aún es incierto.
En la actualidad, aproximadamente una quinta parte de los jóvenes en todo el mundo, o 267 millones, ya se han visto afectados por el desempleo. En el futuro, también se espera que ganen menos. Debido a las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia, se estima que los estudiantes que actualmente asisten a la escuela enfrentarán una reducción de 10 billones en los ingresos de por vida, equivalente al doble del gasto público anual mundial en educación primaria y secundaria.
El reto, señoras y señores, consiste en evitar que se agraven las desigualdades existentes y por más desafiante que sea la pandemia para el sector educativo, puede transformarse en un evento decisivo y de oportunidad para construir sistemas educativos más equitativos y resilientes del futuro. Nos estamos tardando.
Javier Murillo es socio fundador y presidente del Consejo de Metrics.
Un año perdido para la educación, es un artículo publicado en El Financiero, el 04 de diciembre de 2020.